Giorgio Ricci, un empresario y aventurero de la alta sociedad italiana, tras haber seleccionado varios destinos posibles para emprender nuevas aventuras de negocio optó por Chile, y junto a su hermano Alberto, descubrió las distintas posibilidades que el Gobierno de Chile le ofrecía como inversionista extranjero.
El negocio se trataría de traer un grupo de 100 familias de italianos hortelanos como colonos en un plazo de 2 años a terrenos de la Araucanía a cambio de grandes extensiones de tierra y la administración de la Colonia.
De este modo, viajó a Italia en Agosto de 1903 en buscar de sus congéneres y regresó en marzo de 1904 con un primer grupo de 23 familias.
Un alo después en las mismas fechas viajaría nuevamente y traería 65 familias que sumadas a otras que ya residían en Chile, y que Giorgio invitó a participar de la Colonia, formaría así el grupo de 100 familias que había acordado con el Gobierno de Chile.
Giorgio Ricci hoy se ha convertido en una leyenda, hay quienes lo defienden argumentando que fue gracias a él legaron los colonos italianos, pero una gran mayoría se queja del trato que recibieron, la falta de cuidados, el gran negocio que realizó con sus compatriotas y sus aires de grandeza que lo hicieron autoproclamarse “Rey Giorgio” e incluso hacer circular una moneda con su cara en la colonia.
Finalmente abandonó el pueblo, se cuenta que cuando se fue había una banda que estaba destinada a “homenajearlo” mientras partía su tren, él por supuesto iba en primera clase adelante, el tren llevaba además carga y en s último vagón trasladaba unos cerdos. Cuando Giorgio subió al tren, la banda se dirigió hacia el vagón de los cerdos y comenzó su homenaje de despedida.
Posteriormente Giorgio instaló a una fábrica de cecinas en Talagante, donde perdió toda su fortuna y regresó pobre a morir a su tierra natal, Verica.